Recomiendo dedicar un poco de tiempo, ya sea a lo largo del día o de la semana, para cocinar juntos en casa. No es necesario complicarse; algo tan sencillo como preparar una ensalada en familia puede ser una gran experiencia. Los niños pueden participar de acuerdo a su edad y habilidades: pueden pelar una zanahoria o un pepino con supervisión, o, si son muy pequeños, ayudarnos a aliñar la ensalada. Lo importante es que se sientan parte del proceso y que experimenten los ingredientes que estamos usando.
Otra buena práctica es motivarlos a probar nuevos alimentos mediante el juego, una actividad muy divertida y que funciona muy bien es la de vendarles los ojos y hacer que prueben trocitos de fruta y verdura para que adivinen de que alimento se trata, siempre con cariño y respeto por su persona y su opinión, intentando no forzarles ya que puede ser contraproducente.
Una buena iniciativa, siempre que sea posible es llevar a los peques a hacer la compra y mostrarles la gran variedad de frutas y verduras disponibles. Al tener estas opciones visibles y al alcance en la cocina, no solo para los más pequeños sino para toda la familia, es más probable que se conviertan en una opción atractiva y accesible.
Otra actividad que puedes realizar en casa es crear un frasco de agradecimientos. Coloca un frasco vacío en un lugar visible de la casa, junto a pequeñas notas de colores y un bolígrafo. Cada día, anima a los niños y a los demás miembros de la familia a escribir algo por lo que estén agradecidos, ya sea algo que sucedió durante el día, una cualidad que valoran en otro miembro de la familia, o cualquier cosa que les haga sentir bien. Al final de la semana o del mes, pueden abrir el frasco juntos y leer todas las notas, lo que reforzará un ambiente positivo y alentará a los niños a enfocarse en lo bueno que sucede en sus vidas. Esta práctica ayuda a desarrollar una mentalidad de gratitud, que es fundamental para el bienestar emocional.
Dedica un pequeño espacio en casa como "rincón de la calma", donde los niños puedan identificar y gestionar lo que sienten. Llénalo con cojines, peluches, libros sobre emociones y materiales para dibujar o escribir. Este rincón se convierte en un refugio donde los niños pueden acudir cuando necesitan calmarse, reflexionar sobre sus emociones, o simplemente tomarse un momento de tranquilidad. Les ayudará a aprender que es normal sentir una gama de emociones y les dará herramientas para manejarlas de manera saludable.
Descubre un nuevo sistema de aprendizaje